Salvo cinco o seis irreverencias al pasar, a propósito de algunos de nuestros mitos culturales, que ofician de carné de identidad-del primer Ulive- todo lo demás es un asombro. Por empezar la evocación del fenómeno que constituyeron en el Montevideo aldeano de la posguerra aquellos dos falsos hermanos -Clotilde y Alejandro Sakharoff, ella era alemana, él era ruso- que nos maravillaron, nos hipnotizaron con sus danzas poéticas. Pero esa evocación exacta, delicada e increíblemente respetuosa, viniendo de Ulive, es el desencadenante, que a partir de la investigación de un aspirante a escritor, nos conduce desde las danzas sutiles de la extraña pareja a otros planos de la realidad progresivamente dolorosos y sórdidos. Son narraciones dentro de narraciones, pliegues de ironía, de malentendidos, de simulaciones, que se despliegan ante el lector, capas de locura o de perversidad que se destapan una a una hasta el golpe de las dos palabras finales, que arrojan otra luz sobre la historia. Un libro tan hermoso como inquietante escrito con el pulso y la astucia de un narrador nato. Antonio Larreta |