| El mundo expuesto por Luis Pérez Aguirre en esta obra es el que está oculto en lo cotidiano, muchas veces sórdido, sumido en el infierno de la soledad, del abandono, de las enfermedades. El autor empezó a conocer el mundo de la prostitución en el Puerto, en el Bajo, por 1974, cuando inició su acción evangélica de ayuda, de asistencia, de solidaridad con las meretrices que luego derivaría al trabajo con los niños abandonados. Allí conoció Pérez Aguirre a muchas de las mujeres que, malheridas, atraviesan este libro. Todos los elementos de que el autor echó mano apuntan a un solo fin: rescatar una realidad deformada, caricaturizada o satanizada por ignorancia o mala fe, ponerla bajo la cruda luz de los reflectores para disipar las sombras tenaces de los prejuicios. |
