Me embarqué en la gran aventura de ser anfitriona, junto a mi compañero, en la mesa de la residencia diplomática.

Siento la cocina como punto de encuentro, la perfecta comunión con nuestras culturas ancestrales, no solo las de nuestra tierra sino también las de muchas y muy diversas del mundo entero. Cocinar para mí es un todo; arte y factor unificador de la familia y amigos. La cocina como responsabilidad, como terapia, para complacer, encantar y agasajar. Con ella alimentamos nuestros afectos más importantes, más cercanos, consentimos y apapachamos con mimos el alma, con un pastel de chocolate o el plato preferido. La cocina en mi vida es todo esto.»