Nota de lectura
por Psic. Damián Schroeder
El detenido-desaparecido
Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad
Gabriel Gatti
Ediciones Trilce, 2008
Se trata de un bello libro, de un texto esperanzador, aunque trate de la catástrofe de la identidad que ha significado la detención-desaparición en el Río de la Plata de los años setenta.
Gabriel Gatti, sociólogo, investigador y docente de la Universidad del País Vasco y familiar de desaparecidos trabaja con precisión y claridad su doble implicación “académica y afectiva” con este tema a lo largo de su obra.
Cabe destacar la rigurosidad de sus procedimientos de investigación. Las especulaciones sociológicas se articulan con un trabajo de campo que consistió en la realización de 43 entrevistas a profesionales del campo del detenido-desaparecido (juristas, psicólogos, genetistas, antropólogos, arqueólogos y archiveros) y a familiares y afectados, hijos, abuelas, madres y ex detenidos-desaparecidos.
Sus hipótesis son contrastadas con fragmentos de dichas entrevistas, lo que brinda sustento empírico a su investigación. Su diario de campo, constituido por anotaciones y comunicaciones personales realizadas durante algunos meses de 2005 y 2007 en los que el autor se radicó entre Buenos Aires y Montevideo, nos permiten “viajar” con él, “acompañarlo”.
En el texto se integran referencias provenientes de la literatura, el cine, la fotografía, etcétera, construyendo una verdadera interlocución interdisciplinaria, a la que se suma la incorporación de “otras voces”, el cruce colectivo con otras historias. Se trata de un conjunto de implicaciones materiales y existenciales que tienen como resultado un texto que, en su propia conformación, en su modo de narrarse, se sitúa con relación a la ruptura y a la catástrofe que fue la lógíca de la desaparición forzada.
La desaparición forzada de personas fue razón de Estado. Lejos de constituir el resultado de una barbarie, se trató de afán civilizatorio exacerbado. Esta modernidad exacerbada permite ligar, en la medida en que se trató de un mismo relato y un mismo proyecto, al Holocausto, que más allá de su carácter ominoso reveló las “posibilidades ocultas de la sociedad moderna”, con los genocidios fundacionales de Roca (y su campaña del desierto) en Argentina y el Salsipuedes de Rivera al este del río Uruguay. La desaparición forzada de personas es puesta en relación en el texto con aquellos genocidios fundacionales. Lo sucedido en los setenta en el Río de la Plata no fue un derrumbe civilizatorio, un proceso de barbarización, fue sí una lógica que “… obedeció a la radicalización del proyecto moderno” […]. “Como el lager de la Alemania nazi, el centro clandestino de detención es el epítome del espacio biopolítico, un espacio de control extremo sobre la vida.” La construcción social de la modernidad local “necesitó” desaparecer lo que sobra, lo disfuncional, lo incómodo, lo conflictivo. Esta fue la forma de purificar, civilizar, reciclar el resto, limpiar.
Lo que el autor denomina la perfección represiva del detenido-desaparecido es una emergencia producida por el cruce de la biopolítica, la civilización, la obsesión higienista, la ingenería social y la utopía americana. Es una catástrofe que descompuso individuos, que destrozó sus entornos. El dispositivo desaparecedor provocó “… el crac de ese producto prototípicamente moderno –el individuo ciudadano–”.
Algunas de sus mejores hipótesis personales contribuyen a la inauguración de un campo sociológico particular, el del detenido-desaparecido y su entorno. El autor parte de su propio caso, un lugar que se vive en tanto que catástrofe, pero que es sentido, en parte, como “… un lugar para pensar y vivir”.
La desaparición forzada de personas es una catástrofe que atentó contra el sentido, la identidad civilizada y el lenguaje moderno. Por ello sumió a la identidad en la catástrofe. Separó los nombres de los cuerpos, rompió los linajes y estos nombres, cuerpos y linajes despedazados fueron dejados por fuera de la comunidad sancionada por el Estado. En la medida en que el lenguaje de los sistemas simbólicos disponibles se ve imposibilitado de actuar: ¿Hay un lenguaje posible para lo que no se puede decir? ¿Se puede representar lo irrepresentable? El terror de Estado puede definirse como lo impensable.
La paradoja del ex detenido-desaparecido consiste en hablar de la imposibilidad de hablar. Al igual que los hundidos que no salieron del lager y los salvados-sobrevivientes, el desaparecido es el testigo integral que no puede contarlo. “El ex detenido-desaparecido habla en lugar del desaparecido. Esto es: quien puede testimoniar no tiene palabra; quien tiene palabra no tiene nada que decir.”
Las respuestas dominantes a efectos de conjurar la catástrofe se dieron en el espacio de trabajo de los militantes de la recuperación del sentido. Es la tarea llevada adelante por arqueólogos que buscan rehacer las ruinas sin sentido, intentando restituirles la palabra; por archiveros que buscan limpiar las tripas del monstruo, devolviendo “… dignidad al legajo escondido en las catacumbas”; por antropólogos forenses que intentan rearmar los cuerpos retaceados intentando que estos se encuentren con los nombres; y por psicólogos y psicoanalistas que trabajan por “… la recomposición de la psique sometida al trauma”, buscando sacar al sujeto de sus garras y “… devolverle la posibilidad de decirse”.
En esta tarea de la búsqueda por exorcizar, reparar y reequilibrar la catástrofe se encuentra el entramado de organizaciones de Derechos Humanos, entre las que se destaca las Abuelas de Plaza de Mayo. Encarnan las narrativas del sentido que al hablar de identidad, lo hace en torno a la familia, el linaje y el origen y que “… han desarrollado una poderosa maquinaria simbólica, mediática, institucional, jurídica y hasta artística”. La destrucción de las identidades es combatida con políticas de reconstrucción. Su máxima expresión lo constituye el Archivo Biográfico Familiar, un hermoso tejido que las abuelas dejan para el nieto que aún no apareció. Este patrimonio tiene por guardián al ejército de los hijos de Abuelas. Fallido este que es agudamente captado por el autor y que como bien señala “… irrita de nuevo el campo de la realidad que la desaparición forzada pone en juego, el de la identidad, la familia, el linaje”. Señala el autor que estas complejas cuestiones suponen un debate mayor acerca de las diferentes maneras de concebir la identidad.
Junto a las narrativas del sentido el autor analiza y contribuye a construir otras narrativas. La catástrofe, el vacío, el sinsentido constituyen el lugar de enunciación de lo que el autor denomina las narrativas para la ausencia de sentido. Busca desde allí poner en perspectiva una ausencia habitable, narrable y a veces agradable. Por paradójico que parezca en la catástrofe hay una vida posible. El autor nos lo muestra en su análisis de las manifestaciones artísticas que buscan expresar lo irrepresentable, donde el desaparecido aparece como no identidad y deslenguaje. La basura, el resto, la quiebra, la ruptura, la falla, la herida constituyen el vocabulario terrible de “… este idioma que el trabajo del arte propone para la ausencia de sentido”.
El objeto de trabajo de los profesionales del sentido (psicoanalistas, arqueólogos, archiveros y juristas) es precisamente el sinsentido, la ausencia, lo abyecto, lo siniestro, la identidad paródica. El único dato es la ausencia de dato. Se trata de la ajuricidad. A “… hecho paradójico, lenguaje paradójico”.
No es de extrañar que un neologismo se abra camino en la obra del autor: lo sinsentidioso.
Este mundo en el que se trata de construir identidad en la catástrofe es habitado por las nuevas generaciones de hijos-de, a quienes elige nombrar como los post-huerfanitos. A la paradoja se le suma la parodia. Es lo nuevo que hace del obstáculo, instrumento. No se trata de recomponer la identidad moderna. Busca, por el contrario, construir desde lo precario, desde el desasosiego identitario y con ello hacer pensable, decible al monstruo. Es una obra que busca y logra abrir reflexiones tanto agudas como conmovedoras.
Al abordar el tratamiento que ha tenido la cuestión del detenido-desaparecido en Argentina y Uruguay, afirma de que no cabe duda de que en aquella, dicha cuestión se ha consolidado, mientras que en Uruguay el campo del detenido-desaparecido no existiría o en el mejor de los casos el proceso de su constitución habría sido muy lento. Si su afirmación acerca de la eventual no existencia no es extrema, es al menos, controversial. Más allá de esta eventual controversia, no caben dudas acerca de los aportes agudos y valientes que realiza el autor, que nos señalan las nuevas narrativas posibles para una catástrofe de la identidad.
© 2008, Ediciones Trilce
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